“Soy una ciudadana de la frontera. No conozco estados o nacionalidades. Me siento perteneciente a un espacio que tiene vida, que late, el espacio fronterizo. Aquí, en la Frontera Sur de Europa, donde los estados imponen su militarización y dan sentido al sistema económico neoliberal, las personas creamos lugares de resistencia. A la rigidez de la fuerza y de las leyes, contestamos con la movilidad y la creación de redes ciudadanas paralelas. Un conjunto de pequeños seres violentando normas, superando líneas y creando no lugares. Soy un organismo más de la frontera, una pequeña pieza que da sentido a este espacio, desde mi condición de mujer.” [1] (Maleno, 2006, p. 101)
“Llegan con los fusiles en mano. Nos han acorralado. Los miramos pero no nos ven. Nipa y Nam siguen vomitando. Descargas eléctricas. Veo que Nam deja de moverse. Al menos han dejado de golpearnos. Empiezan a levantarnos del suelo: ¡Venga, arriba! ¡Ya estáis oyendo! ¡Venga, negro, arriba! Van a tener que arrastrarlos. Nipa aún mantiene los ojos abiertos y me mira. Nam es un cuerpo inerte. Nos traen abajo, han abierto la puerta pequeña. De nuevo por la puerta pequeña. Nos vuelven a dejar fuera. Oímos los pasos de los marroquíes y corremos rápido, corremos, corremos. Nos escondemos en la noche.” (Monsell Prado, 2006, p. 129)
“¿Europa? Democracias defendidas a tiros en la noche. Cuchillas cortantes y sangre en la piel de quienes viajamos.” (Monsell Prado, 2006, p. 130)
“Los congoleses se han tirado al suelo. Somos más de cien pero hay varios grupos, ya no estamos todos juntos. Llantos. Ha muerto un bebe de tres meses, de una chica que conocemos. Es su maldita guerra y estos son nuestros muertos. No nos olvidamos. Su madre trataba de cruzar con el bebé entre los brazos. Los golpes de las pelotas de goma y los gases les han echo caer y el bebe ha muerto. Ha muerto en suelo marroquí.” (Monsell Prado, 2006, p. 132)
“Catorce muertos. No hay nada para beber. Nos han traído a morir al desierto. A la nada.
Caminamos sin parar buscando las luces del fondo. Hemos perdido a muchos en el camino. La noche y la arena. Omar tenía una pierna rota. Nos miramos al bajar de los autobuses. Llevo en mis ojos la rabia de cada uno de nosotros, y el pánico. Laila tampoco llegó. Me queda algo de batería en el teléfono. Hasta llegar a las luces o hasta que salga el sol. Dicen que eso es Argelia.
Somos los viajeros del tránsito interminable. Cuerpos maltratados que vuelven a la vida. Estamos llenas de muerte pero vamos a volver a la ruta. Si pasa la noche, podremos rehacer el camino.” [2] (Monsell Prado, 2006, p. 133)
“Ellos construyen muros, nosotros puentes. Ellos proponen miedo, nosotros contagio. Ellos son orden, nosotros movimiento. La lucha por la ciudadanía global está abierta. 14 km separan las dos orillas del Estrecho. 14 km separan -el mundo- Europa y -el mundo- África.” (Monsell Prado & Pérez de Lama, 2006, p. 136)
“«Las personas migrantes y sus familias constituyen la base de la resistencia al necropoder», ellas son las portavoces legítimas de su propia situación, quienes saben cuales son las soluciones y las formas de afrontar las múltiples violencias. Son defensoras de derechos humanos que están alzando la voz por quienes desaparecen o mueren en medio del mar y constituyen un movimiento global que ha desenmascarado la impunidad, complicidad y falta de humanidad de gobiernos y grupos criminales en muchas parte del mundo. Superando un indescriptible dolor y con todo el sistema en su contra buscan justicia, dignifican la memoria y exigen narrativas que pongan el énfasis en los perpetradores y dejen de exhibir a las víctimas.” [3] (López, 2019, Pg 4)
“El saber no reside solo en la cabeza, sino en otras partes del cuerpo, desde las propias entrañas hasta la piel.” (Maleno, 2020, p.203)
“Salma, Faith y sus hermanas nigerianas me abrieron otra forma de ver el mundo que no era tan rara para mí, pero que yo había abandonado en algún momento de mi vida. Las ancestras, y sus saberes en la defensa de la vida, acaban convirtiéndose en una fuerza en los momentos más duros. Yo comencé a recuperar ese poder, latente dentro de mí, a través de la historia de Mami Wata.” (Maleno, 2020, p.96)
“En la ciudad cada vez era más importante la presencia de redes de tráfico y trata, que crecían al calor del aumento del control fronterizo, pero si te adentrabas en los barrios podías ver también que los migrantes seguían organizándose de forma autónoma y solidaria y cambiando con ello el paisaje urbano. Que allí seguía respirándose, en definitiva, el pálpito de la vida de un pueblo diverso. A pesar de las situaciones de abuso y violencia, las personas seguían creciendo, construyendo discursos, imaginarios y lugares comunes.” (Maleno, 2020, p.116)
“La hospitalidad es un rasgo que define a los distintos pueblos de Marruecos […] pero ese imaginario se ve amenazado por las políticas de externalización de fronteras, que ponen en cuestión valores importantes de la cultura de los países que las sufren.” (Maleno, 2020, p.146)
“Importa qué materias usamos para pensar otras materias; importa qué historias contamos para contar otras historias; importa qué nudos anudan nudos, qué pensamientos piensan pensamientos, qué descripciones describen descripciones, qué lazos enlazan lazos. Importa qué historias crean mundos, qué mundos crean historias.” (Haraway, parafraseando a Marilyn Strathern, 2019, p. 35)
Notas:
[1] Helena Maleno es la cara visible de Caminando Fronteras, un colectivo nacido en 2002 en defensa de los derechos de las comunidades y personas migrantes. Su labor va mucho más allá de la denuncia. Su teléfono y sus redes sociales están en permanente actividad – como solución de emergencia – para los naufragios que tienen lugar en El Estrecho. Poner el cuerpo le ha llevado a estar investigada desde 2012 por los estamentos policiales del Estado Español y el Reino de Marruecos (confirmar en: https://es.wikipedia.org/wiki/Helena_Maleno).
[2]La compilación de historias de personas migrantes son las que dan cuerpo a la realidad de El Estrecho. Indymedia Estrecho acogió esta tarea pero muchas son difíciles de rescatar – aunque archive.org hace un trabajo increíble que en esta tesis me ha sido muy útil – debido a su desaparición en 2014. Pero nos queda el levantamiento de relatos que hacen algunas compañeras como Pilar Monsell, que insertó muchas de estas historias acaecidas entre el 29 de agosto y el 31 de octubre de 2005 – coincidiendo con la segunda edición de Fadaiat.
[3] Nos interesa cómo el Territorio Frontera es un diagrama que se replica en otras realidades. Pero el sujeto esencial de esta historia es la persona migrante. Si existe un colectivo capaz de hackear el dispositivo frontera será migrante. La persona en migración no sufre la crisis de la presencia. Saberse criminal le permite desdoblarse, como dice Tiqqun sobre el acto de robar, “en presencia aparente, evanescente, sin espesor, en alguien absolutamente del montón, y en una segunda presencia, íntegra, intensa e interna, para la que se anima cada detalle del dispositivo que me rodea, con sus cámaras, su vigilante, la mirada del vigilante, los ejes de visualización, los otros clientes, el aspecto de los otros clientes.” (2012, p. 89)